Opinión

Cuando Bernardo de Gálvez facilitó la independencia de EE. UU.

El propio George Washington lo reconoció y está documentado: “sin la ayuda del Imperio español, posiblemente los EE.UU. no hubieran podido independizarse”.


Entrega XX de la serie Hispanidad y leyenda negra. Artículos anteriores.

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En este artículo intentaré sorprender, porque voy a desvelar la vida y milagros de un personaje desconocido y, por supuesto, ocultado por los enemigos de España, los que fueron sus beneficiados, y también por nuestras autoridades españolas que no saben y son incapaces de honrar a sus propios héroes. Me refiero al malagueño que consiguió, gracias a sus capacidades, nada menos, y con la ayuda económica y financiera del Gobierno español de Carlos III, nada menos digo, que la Independencia de EE. UU. en 1776. Los que estaban llamados a ser los líderes mundiales, durante todo el siglo XX y hasta hoy, contrajeron una deuda de guerra, que hoy serían cientos de miles de millones de euros, deuda que nunca se pagó y que aún se debe.

El propio George Washington lo reconoció y está documentado: “sin la ayuda del Imperio español, posiblemente los EE.UU. no hubieran podido independizarse”. Su misión concreta fue darle ayuda a través del río Misisipi. El personaje heroico se llamaba Bernardo de Gálvez, y con Washington entablaron amistad. De Bernardo de Gálvez mencioné en uno de mis artículos (entrega X), su reciente condecoración y reconocimiento oficial por parte del presidente Barak Obama.

Su muerte fue una pérdida inmensa para el Imperio.

El autor que nos explica este episodio del legado histórico hispánico a los EE.UU. es Leonardo Cervera, que llama a Bernardo de Gálvez el Jhon Wayne español, en una entrevista en el portal Trincheras Ocultas, de Javier Rubio, desde Bruselas, presentando el libro de Leonardo Cervera titulado Gálvez, el héroe español en la Independencia de los EE.UU., de la editorial Almuzara, libro en el que el autor ha pasado más de diez años investigando al personaje, malagueño como él, de un pueblecito de 300 habitantes Macharaviaya, hijo de una familia de hidalgos empobrecidos. Y es su tío José de Gálvez el que escala puestos públicos y lo lleva a Nueva España (la actual Méjico) por primera vez a los 19 o 20 años (había entrado en el ejército a los 16 años). Tiene una carrera meteórica, porque, además de ser ayudado por su tío, es una persona muy valiente y asciende rápido en el escalafón, pero también muere prematuramente a los 40 años. Su muerte fue una pérdida inmensa para el Imperio.

El contexto en el que vivió fue la guerra de los Siete Años, entre ingleses y franceses por la hegemonía en América e India, y que ganaron los ingleses. Gálvez entró a finales de 1763, cuando ya estaba perdida, porque los franceses habían convencido al rey español Carlos III para que les ayudara. También estuvo al principio de su carrera en la campaña contra Portugal, pero no participó en ningún combate. Sí lo hizo unos años más tarde en la “apachería”, contra los apaches salvajes, que no se dejaban dominar ni poner misiones, y aunque los españoles no les habían disputado sus territorios de caza, tuvieron una guerra contra los comanches y la perdieron. Por eso se desplazaron hacia el sur y chocaron contra los españoles, y las minas de plata, y sin comida se dedicaban a robar caballos y lo que podían. Los españoles acabaron dominándolos por su pobreza y los convirtieron en aliados. Recordemos que cuando Jerónimo se rindió a los estadounidenses hablaba español y llevaba un crucifijo al cuello.

El rey Carlos III y su tío lo impulsaron a ayudar a los rebeldes contra los ingleses.

A Bernardo de Gálvez se le encomendó dirigir el Regimiento de la Corona, que tenía la imposible misión de pacificar la apachería, un territorio equivalente a España, más Francia, más los Países Bajos, con 500 hombres. Intentaba someter a las “rancherías” (poblados nómadas de apaches) y alguna vez le salieron bien y otras mal. Todo el relato de Leonardo Cervera tiene la forma de novela histórica. Tenía Gálvez unos 22 años y motivaba a sus hombres a recorrer centenares de kilómetros persiguiendo a los apaches. Su habilidad, además de liderar a los suyos, le llevó a que se aliaran con él los apaches para luchar contra otros; y fue porque él, a los vencidos les perdonaba la vida, mientras los apaches entre sí, mataban a los vencidos. Él decía que no quería cabelleras sino prisioneros. Pero estas hazañas no le crearon especial fama porque fueron pequeñas, lo que sí lograría en la guerra de la Independencia de EE.UU., cuando el rey Carlos III y su tío lo impulsaron a ayudar a los rebeldes contra los ingleses.

La razón evidente de esta ayuda de España está en la idea de que “el enemigo de tu enemigo es tu amigo”. Por eso decidieron mandarlo como gobernador de la Luisiana y de coronel del Regimiento fijo de la Luisiana para conseguir que G. Washington no se rindiera, dándole la ayuda a través del Misisipi y del Misuri, para que recibiera armamento y municiones, mantas de Zamora y quinina; para conseguir, con estos envíos, que no hicieran la paz con los británicos.

Tenían el enemigo común que eran los británicos.

Bernardo de Gálvez no estuvo en la batalla decisiva de Georgetown donde fue la derrota británica, porque se quedó por responsabilidad gobernando la Luisiana y sobre todo buscando el dinero y, ciertamente, de las arcas españolas salieron los cientos de miles de pesos para que franceses y estadounidenses pudieran continuar la guerra; además España era cobeligerante. Tenían el enemigo común que eran los británicos, pero formalmente no eran aliados (los franceses sí lo eran), porque España no reconoció a EE.UU. hasta que se acabó la guerra. Bernardo de Gálvez fue también el mejor alcalde de Nueva Orleans y el mejor gobernador de la Luisiana; excelente gestor, lo adoraban por su habilidad y cercanía y simpatía en los saraos, bailes y pasacalles. Fue también excepcional virrey de Nueva España.

Recordemos que hace tres campañas, en la primera en la cuenca baja del Misisipi en 1779 ataca por sorpresa a los ingleses (esa fue su táctica, atacar al enemigo antes de que se pudieran organizar, lo que se llamaba “táctica de la posición central”), y toma así el fuerte de Baton Rouge y el de Naches. La segunda es contra Mobila (lo que hoy es Mobile - Alabama) y allí lo pasa mal; y la tercera es la batalla de Pensacola, donde coge fama mundial. En la última de Georgetown, los españoles no pueden participar en el territorio de las Trece Colonias, como hemos dicho, pero sí atacan en la Florida y fue muy efectivo, pensaban además reconquistar Jamaica, lo que hubiera sido un bombazo, pero la guerra terminó antes.

Hoy en Málaga hay una asociación en memoria de Bernardo de Gálvez.

Finalmente comentaré que cuando llegó como gobernador a Nueva Orleans, ciudad francesa de tres mil habitantes que hablan francés, lo hace porque al final de la guerra de los Siete Años, los franceses perdedores ceden a España la Luisiana como compensación, pues ya no les sirve porque habían perdido Canadá y quedaron aislados. Pues allí se gana el cariño de los franceses casándose por amor (era muy romántico) con la hija de un comerciante, Felicitas de Saint Vaiçen, viuda con una hija y eran la pareja del “Hola” de la época. Ella era una mujer ilustrada y cuando vino a España tras la muerte de Bernardo se hace amiga de los afrancesados. Hoy en Málaga hay una asociación en memoria de Bernardo de Gálvez.

Pues esta es la historia de esa España imperial en su cénit de la colonización con la Luisiana que es un tercio de la Norteamérica, más la colonización de California y llegando hasta Alaska. Pero en diez o quince años todo el Imperio se fue al traste, tras la guerra napoleónica… Si hubiera vivido más Bernardo de Gálvez podría haber sido nuestro Godoy y tal vez habría corrido otra suerte el Imperio español.

Y ya vemos cómo nos pagó EE. UU., quedándose en 20 años la mitad de Méjico, después con Puerto Rico, Cuba y Filipinas, por no hablar ya en el siglo XX sus malevolencias hacia España; casos de Gibraltar, Plan Marsal, Marruecos, Sahara, Carrero Blanco, y hasta los atentados del 11 de marzo de 2004, que ya comentamos en entrega X de esta serie.

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