La pandemia entró sin llamar a la puerta y Fernando Simón, presunto experto y responsable del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias del Ministerio de Sanidad, puesto en el que sigue a día de hoy y a cuya cabeza estaba entonces Salvador Illa (actual presidente de la Generalidad de Cataluña), la negó. De hecho, la ocultaron hasta que sus efectos ya eran evidentes y letales.
A principios de febrero de 2020, afirmaba Simón: «Estamos ante un virus nuevo y con las enfermedades nuevas, mientras no se conocen, se genera incertidumbre. Y la incertidumbre genera ansiedad. Tiene una letalidad que no es desdeñable, pero no es tan grave como parecía. En estos momentos, el nivel de riesgo de España es relativamente bajo. No hay ninguna razón para alarmarse, está controlado». Poco tiempo después, pudimos comprobar lo controlado que estaba, como aseguraba este "experto".
No satisfecho con ello, Simón agregaría unas nuevas afirmaciones el 27 de febrero: «no es el virus de la gripe, pero tiene comportamientos que se asemejan (…) la población no tiene que cambiar nada ni tomar ninguna medida (...) el virus con temperatura alta y menor humedad será más frágil y será como una gripe que en primavera-verano deja de transmitirse (...) el uso de la mascarilla no es ahora mismo necesario para nada». Para añadir a continuación: «Estar en China es diferente. La transmisión ha sido controlada y reducida. Entiendo que se use la mascarilla cuando estás en zona de transmisión generalizada y quieres concienciar de la transmisión, pero esto no es necesario en España». Y estas afirmaciones las realizaba el día ¡27 de febrero! ¡Menudo experto!
Fruto del miserable e ineficaz sistema partitocrático en que los dirigentes políticos han convertido a nuestra democracia.
Pocos días después vendría el estrepitoso desastre de gestión política y sanitaria, y el drama. Desde el Gobierno de la nación, incluido el Ministerio de Salvador Illa, entre otros, no se tomaron las medidas preventivas necesarias para proteger a la población, actuando nuestros dirigentes políticos, todos, pero con especial negligencia los del Gobierno central, con una irresponsable frivolidad, fruto del miserable e ineficaz sistema partitocrático en que los dirigentes políticos han convertido a nuestra democracia.
Con las comunicaciones por tierra, mar y aire abiertas de par en par, realizándose viajes sin cesar, sin controles ni limitaciones y sin inspecciones sanitarias, a lo que hay que añadir la irresponsable permisividad en la organización de manifestaciones (como la del 8M), eventos de todo tipo, concentraciones y reuniones masivas de la población, como si no estuviera pasando nada: el virus del covid-19 se extendió libremente y sin control por toda España, a gran velocidad y durante semanas. Ese "control" del que presumía Fernando Simón el 27 de febrero de 2020 se puso en evidencia que no existía, que no era cierto y que, por tanto, era mentira: una mentira más, otra mentira.
Ante el alud de personas afectadas e infectadas el sistema sanitario colapsó, entre otros motivos, por falta de previsión y de medios. Los políticos nos vendieron durante décadas que el español era uno de los mejores sistemas sanitarios del mundo, como repetían hasta la saciedad los miembros de esa presuntuosa y vanidosa clase política instalada en el poder en España: una nueva mentira, una más, otra más. No hubo ni previsión ni reacción adecuadas por parte de las autoridades políticas y sanitarias, fallando incluso el volumen del contingente de personal sanitario suficiente para afrontar la debacle: debiendo trabajar el personal sanitario en unas más que precarias condiciones profesionales, envueltos en plásticos que se apañaron como pudieron, con extenuantes turnos de 16 horas seguidas de trabajo y ocho de descanso, sin apenas días libres, en muchos casos, sin ni siquiera poder ir a dormir a su casa: asistiendo impotentes a la muerte de una avalancha de personas a diario entre sus manos y temiendo por sus propias vidas; de hecho, bastantes de ellos también se contagiaron y murieron. ¡A los sindicatos todavía se les está esperando!
No hubo ni previsión ni reacción adecuadas por parte de las autoridades políticas y sanitarias.
Faltaron mascarillas, guantes, aislantes y protección para el personal sanitario. Faltaron test, tubos respiratorios, camas hospitalarias y de UCI, hasta féretros y personal funerario para enterrar a las numerosas víctimas que iban falleciendo, mientras se improvisaban morgues alternativas en lugares públicos refrigerados, donde se acumulaban los ataúdes de los fallecidos, custodiados por miembros de las Fuerzas Armadas: cuyas imágenes se prohibieron, para que la opinión pública no supiera el alcance real del desastre humanitario que se estaba produciendo, con la falaz excusa de que se hacía para no alarmar a la población. Una nueva mentira, otra más, con la que sólo trataban de esconder y tapar la realidad del desastre al que había conducido la incompetente irresponsabilidad de unos políticos que no supieron gestionar un sistema preventivo adecuado para evitar o al menos mitigar la tragedia; pues sólo se preocupan de sus intereses partidistas e ideológicos por alcanzar o mantenerse en el poder.
Se tuvieron que traer, tarde y a precios desorbitados, mascarillas y todo tipo de material sanitario del extranjero, hasta de China; dando pie a la picaresca y a la corrupción incluidas, de las que más tarde supimos que estuvieron implicadas personas muy próximas al poder: con lamentables incidencias en aviones contratados en el extranjero por diversas comunidades autónomas, cada una por su cuenta; mientras el ministro del ramo, Salvador Illa, miraba para otro lado y no implementaba solución alguna al respecto: echando constantemente balones fuera y dando la verdadera imagen de un auténtico caos gubernamental sin precedentes. ¡Lamentable espectáculo de ineptitud y de irresponsabilidad política!
Fernando Simón, el "experto" sanitario del Gobierno, continuó saliendo por televisión diciendo hoy una cosa y mañana la contraria, al día siguiente que mascarillas no (cuando no se encontraban por ninguna parte) y al otro que sí, que eran imprescindibles; pero que las FP2 no, que eran insolidarias y sólo necesarias para el personal sanitario; para más adelante afirmar que las FP2 sí eran eficaces e imprescindibles para frenar el contagio; etc., etc., etc.
El Ejecutivo actuaba tarde y mal, como siempre: priorizando sus otros ˈtemasˈ e intereses.
El presidente del Gobierno decretó el estado de alarma, para la gestión de la situación de crisis sanitaria ocasionada por el covid-19, el sábado 14 de marzo, cuando las cifras de contagiados eran ya, desde bastantes días antes, insoportables; y cuando el número de fallecidos comenzaba a ser inasumible. El Ejecutivo actuaba tarde y mal, como siempre: priorizando sus otros ˈtemasˈ e intereses. Tan mal, como que toda la población debió permanecer confinada (secuestrada) en sus domicilios durante más de dos meses: una medida que en julio de 2021 el Tribunal Constitucional declaró parcialmente inconstitucional, en la limitación del desplazamiento de personas y vehículos que fijaba la norma de confinamiento impuesta por el Gobierno, así como en la capacidad del Ministerio de Sanidad para modificar y ampliar las medidas de contención en la actividad comercial. ¡Todo quedó en papel mojado!
Una vez con el estado de alarma en vigor, continuó Fernando Simón, el hombre de paja de Salvador Illa y de Pedro Sánchez, con sus apariciones televisivas diciendo una cosa y la contraria constantemente. Fue el tiempo del baile de cifras y de mensajes contradictorios; de sus escapadas a surfear a Portugal, mientras el resto de la población no podía salir de su municipio; de las olas y sus crestas; de las curvas y sus pendientes; de la manipulación burda e ignominiosa de datos y conceptos por parte de nuestros gobernantes; mientras un semanal -Aló Presidente- servía para justificar, al más puro estilo bolivariano, las más improvisadas y falaces explicaciones del inquilino de la Moncloa, con las que se auto justificaba ante sus rehenes, confinados por él en sus propios domicilios. ¡Vergonzoso y lamentable populismo!
Varias decenas de miles de personas fallecieron en aquel fatídico 2020 a consecuencia del contagio masivo del virus del covid-19 entre la población española. Algunos centenares de miles de personas más sufrieron igualmente el contagio del virus y no fallecieron, pero padecieron sus consecuencias, con enfermedades que desarrollaron por su causa y que dejaron en bastantes casos secuelas de por vida. Millones de personas fueron víctimas de la falta de previsión y de la pésima gestión de las autoridades políticas de nuestra nación; mientras asistían en estado de shock a como entre la clase política se echaban los trastos a la cabeza los unos a los otros, con el estúpido y mezquino "y tu más" de siempre.
Empecinados en construir un relato engañoso y falso de los hechos que les exima de sus responsabilidades.
En este 2025, es importante recordar (in memoriam) a estas personas fallecidas. Así como que éste y no otro es el verdadero legado de la acción del Gobierno de España de Pedro Sánchez en la gestión de la pandemia en aquel fatídico año de 2020: que no fue para nada el éxito de gestión que ahora nos quieren ˈvenderˈ desde Moncloa, impulsando la celebración de su programa España en Libertad-50 años-. Una iniciativa del Gobierno puesta en marcha para, entre otros motivos, desviar la atención de la opinión pública y ocultar su nefasta gestión. Pedro Sánchez y su gobierno tratan así de reescribir la historia, tergiversando los hechos reales que se produjeron y mintiendo, como siempre hacen: empecinados en construir un relato engañoso y falso de los hechos que les exima de sus responsabilidades pasadas, presentes y futuras.
(Continuará en una segunda parte)