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Vocabulario urgente para Ada Colau
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Javier Caraballo

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Vocabulario urgente para Ada Colau

Debe ser por esa velocidad en la escalada por lo que Ada Colau resbala con tanta facilidad cuando comienza a manejar conceptos fundamentales en política

Foto:  La alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, durante el pleno extraordinario del Ayuntamiento de Barcelona, que ha exigido la "excarcelación inmediata de todos los presos políticos". (EFE)
La alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, durante el pleno extraordinario del Ayuntamiento de Barcelona, que ha exigido la "excarcelación inmediata de todos los presos políticos". (EFE)

Si Ada Colau fuera un poema, sería la paloma de Alberti. La que se equivocaba en lo más elemental, el calor y la nevada, las estrellas y el rocío. No puede ser que un dirigente político de tanta relevancia, al margen de los afectos y las desavenencias políticas de cada cual, tenga esa empanada de conceptos fundamentales. Es verdad que Ada Colau tuvo una carrera meteórica desde las calles a los despachos, pero si eso ocurrió fue justamente porque supo representar las inquietudes de los más desfavorecidos en un momento crítico de nuestra historia reciente, la crisis económica mundial que arrasó con todo. Con su protagonismo en los desahucios, Ada Colau pasó rápidamente de activista social, de agitadora callejera, a gestora de una de las principales ciudades del mundo, Barcelona, con cuatro millones de habitantes.

Debe ser por eso, por esa velocidad en la escalada, por lo que Ada Colau resbala con tanta facilidad cuando comienza a manejar conceptos fundamentales en política. ¿Es lo mismo legitimidad que legalidad, qué es más importante? ¿Qué es una amnistía? ¿Qué son presos polítcos? “Se equivocó la paloma,/ se equivocaba./ Por ir al norte, fue al sur,/ creyó que el trigo era agua. Creyó que el mar era el cielo,/ que la noche la mañana”. Hagamos un repaso de vocabulario, para que les sirva a ella y a quienes manejan los mismos conceptos equivocados, tomando como referencia la ‘declaración institucional’ que leyó la alcaldesa de Barcelona tras la detención del exvicepresidente de la Generalitat Oriol Junqueras y un grupo de exconsejeros catalanes.

Foto: El presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, junto a la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau (i), tras la ofrenda floral al monumento a Rafael Casanova con motivo de la Diada. (EFE)

Amnistía. En su declaración institucional, Ada Colau exigía “amnistía” para todos los detenidos. Grave error. A ver, la amnistía es “el perdón de las penas” impuestas a una persona tras la comisión de un delito. Cuando se pide “amnistía” para los exgobernantes de Cataluña, no solo no se les está haciendo un favor sino que se les está condenando sin juicio.

Los detenidos por la declaración unilateral de independencia de Cataluña están en prisión de forma preventiva para evitar que puedan marcharse de España, como ha hecho el 'expresident' Puigdemont, con lo que incluso pueden recurrir esa medida cautelar y quedar en libertad hasta que se celebre el juicio. Mejor hará Ada Colau en solicitar una revisión de las medidas de prisión preventiva en España, de la que se abusa en muchas ocasiones, aunque eso le puede llevar a otros jardines que le gustarán menos aún. En cualquier caso, que no pida amnistía que está condenando a sus amigos.

Mejor hará Ada Colau en solicitar una revisión de las medidas de prisión preventiva en España, de la que se abusa en muchas ocasiones

Legitimidad y legalidad. No sabe bien la alcaldesa de Barcelona en qué charco tan proceloso se mete cuando se pone a diferenciar entre legalidad y legitimidad. A su juicio, los gobernantes de Cataluña, “aunque estén cesados por la aplicación del artículo 155 de la Constitución, todos ellos siguen formando legítimamente el Gobierno catalán elegido por las urnas”. ¿Qué es más importante en una democracia, la legalidad o la legitimidad?

Un gobernante no debería tener la más mínima duda y Colau, como alcaldesa, lo entenderá: tirar la basura fuera del horario permitido o montar una fiesta 'heavy' en un piso de madrugada pueden considerarse actos legítimos, porque entran dentro de la libertad de actuación de cada cual, pero son ilegales porque no se ajustan a las normas establecidas.

Lo legal nos otorga un marco de convivencia esencial, con libertades y derechos, pero también con obligaciones y límites. Si algún día uno de los concejales de su Gobierno incumple la ley, Ada Calau podrá destituirlo y todos la apoyaremos aunque el concejal diga que se sigue considerando legítimo en su área porque lo eligieron los ciudadanos.

[Ada Colau y sus 'comuns', la bisagra entre bloques y la vista puesta en un 'tripartit']

Separación de poderes. También esto lo repiten muchos: afirma Ada Colau que la decisión de la jueza y de la Fiscalía en el caso Puigdemont responde a un ánimo de “venganza y de humillación” por parte del Gobierno de España. Sin decirlo explícitamente, sostiene que son decisiones judiciales ‘dictadas’ por el presidente Rajoy y que, como tales, suponen “un ataque a los fundamentos democráticos del Estado español” y “ponen en entredicho la separación de poderes”.

Además de la desconsideración humillante que supone para miles de jueces y fiscales en España, lo más curioso de esta interpretación es que muchas veces se realiza en la misma frase en la que, a continuación, se dice que las detenciones suponen “un grave error político” porque van a espolear al independentismo y perjudican a los partidos constitucionalistas. ¿Quiere decir eso que Rajoy manipula la Justicia para perjudicarse? En fin… Más bien podría pensarse lo contrario, que una muestra evidente de que existe separación de poderes es que una jueza decide enviar a la cárcel al Gobierno rebelde de Cataluña en el momento procesal que considera oportuno, sin tener en cuenta la influencia en las futuras elecciones.

Foto: La alcaldesa de Barcelona, Ada Colau. (Reuters)

Presos políticos. Otra barbaridad hecha eslogan, acaso porque cabe bien en las pancartas y en las pegatinas, como el ‘Freedom for Catalonia’. Pero también es mentira y debería rectificar Ada Colau, como mujer de izquierdas, si no quiere insultar a quienes en la actualidad son encarcelados en muchos países del mundo por su forma de pensar. Lo que dice el Consejo de Europa es que uno debe considerarse ‘preso político’ cuando la detención viola alguna de las garantías recogidas en la Convención Europea de Derechos Humanos, fundamentalmente la libertad de pensamiento, religión, libertad de expresión e información y la libertad de asociación.

Tan claro está que los exmiembros del Gobierno catalán no son presos políticos que, de hecho, uno de esos exconsejeros está en libertad, Santi Vila. ¿Por qué no está en prisión sin fianza Santi Vila? Si se repasan sus declaraciones, se observará que Vila defiende la independencia de Cataluña; que considera que el referéndum del 1 de octubre fue legítimo y que debe respetarse; que califica de “represión” la actuación del Gobierno de Rajoy, y que piensa que el rey Felipe VI dejó de serlo de todos los españoles cuando pronunció su contundente discurso del martes 3 de octubre. ¿Por qué entonces no está preso, sin fianza? Porque en España nadie está en prisión por sus ideas sino por sus actos, y Santi Vila, a diferencia de sus excompañeros del Gobierno catalán, “había desistido voluntariamente de proseguir con el proceso soberanista”, como recalca la jueza de la Audiencia Nacional, y presentó su dimisión un día antes de que se declarase unilateralmente la independencia, que es el acto ilegal por el que han sido procesados.

Si Ada Colau fuera un poema, sería la paloma de Alberti. La que se equivocaba en lo más elemental, el calor y la nevada, las estrellas y el rocío. No puede ser que un dirigente político de tanta relevancia, al margen de los afectos y las desavenencias políticas de cada cual, tenga esa empanada de conceptos fundamentales. Es verdad que Ada Colau tuvo una carrera meteórica desde las calles a los despachos, pero si eso ocurrió fue justamente porque supo representar las inquietudes de los más desfavorecidos en un momento crítico de nuestra historia reciente, la crisis económica mundial que arrasó con todo. Con su protagonismo en los desahucios, Ada Colau pasó rápidamente de activista social, de agitadora callejera, a gestora de una de las principales ciudades del mundo, Barcelona, con cuatro millones de habitantes.

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