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Columna
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La izquierda que no estuvo ahí

El exdirigente del PCE Paco Frutos criticó la ambigüedad de los ‘comunes’ de Colau

Francesc de Carreras
Cabecera de la manifestación de este domingo convocada por la Sociedad Civil Catalana.
Cabecera de la manifestación de este domingo convocada por la Sociedad Civil Catalana.Carles Ribas (EL PAÍS)

El pasado domingo se repitió en Barcelona el éxito de la manifestación del día 8 de octubre por la unidad constitucional de España, es decir, por los valores indisociables de libertad, igualdad y solidaridad, bases de nuestra Constitución.

Repetir el éxito en número de asistentes, con tres semanas de por medio, no es fácil ni habitual. La causa principal está en las ganas que tienen amplios sectores de la sociedad catalana de salir a la calle y decir que somos quienes somos, basta de historia y de cuentos, con el fin de reivindicar los valores a que antes aludíamos, amenazados por el Govern de la Generalitat.

Pero ello no hubiera sido posible sin la existencia de una asociación, Societat Civil Catalana (SCC), creada hace tres años para agrupar a todas las fuerzas democráticas contrarias al independentismo catalán. Con escasos medios, pero con inteligencia en su dirección y el entusiasmo de unos pocos centenares de voluntarios, la SCC ha tenido el enorme mérito de saber demostrar al mundo que Cataluña es una sociedad plural y diversa, no el pueblo homogéneo del que hablan los nacionalistas.

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Como la vez anterior, los discursos han colmado las expectativas. Josep Borrell ya se ha convertido en un orador imprescindible en este tipo de actos y, de hecho, es la voz que sabe expresar mejor, con claridad y pedagogía, lo que une a todos los asistentes. Pero esta vez hubo una importante novedad: el discurso de Paco Frutos, un histórico dirigente de la izquierda antifranquista, antiguo secretario general del PSUC y, hasta hace poco, del PCE.

El discurso de Paco Frutos se dirigió, como es natural, contra el independentismo pero también, y significativamente, contra los comunes de Ada Colau y Podemos, hoy colaboradores necesarios del nacionalismo. En el fondo, el exdirigente comunista dijo que la izquierda ambigua (Colau) no es izquierda y la izquierda populista (Iglesias) es populista pero no es izquierda.

Desde la autoridad que le confiere su trayectoria y experiencia, Frutos dijo hablar en nombre de la izquierda no nacionalista, “suponiendo, y permitidme la ironía” —añadió—, “que haya una izquierda nacionalista”. Y acusó al populismo catalán y español de ser “esa izquierda cómplice que se dice que no es nacionalista pero que va detrás de los nacionalismos y les baila el agua”. Y se preguntó: “¿Qué hace esta izquierda que no está aquí como lo está la izquierda real?”.

Efectivamente, la “emperatriz de la ambigüedad”, como denominó Borrell a Ada Colau, no estaba allí, tampoco los de Podemos, “emperadores del oportunismo”, pero la izquierda real, así como también la derecha y el centro real, estaban en las calles de Barcelona defendiendo la libertad, la igualdad y la solidaridad, de los españoles y entre los españoles.

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